El intento del ministro de Agricultura y
Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, de extender la caza del lobo —ahora solo
se puede al norte del Duero— ha recibido un jarro de agua fría en Bruselas. La
Comisión Europea, que debe autorizar la consideración de la especie como
cinegética, se opone a realizar ahora ese cambio y remite a una revisión de la
norma aún sin fecha.
El pasado 5 de enero, un nutrido grupo de
ganaderos impulsados por el sindicato Asaja se manifestó en Valladolid contra
el lobo. “Ganado + lobo = ruina”, era el lema de la marcha. El secretario de
Asaja en Ávila, Joaquín Antonio Pino, sostiene que los ganaderos no pueden
soportar los daños del lobo. “En Ávila hace casi 100 años que no hay lobos, y
ahora los ataques al ganado se han multiplicado. Donde no había lobo tiene que
desaparecer porque su presencia es totalmente incompatible con la ganadería”.
El lobo ibérico,
confinado en los setenta a zonas de Galicia y Zamora y Sierra Morena, se ha
recuperado. En 1992, la directiva europea de hábitats fijó que al sur del Duero
—entonces, su barrera natural— la especie era de “estricta protección”. Al
norte se podía cazar con cupos. El objetivo del plan de conservación es juntar la
población del norte con la de Sierra Morena. La expansión de la especie hizo
que aumentaran los conflictos con los ganaderos. Asaja estima que en 2007 en
Castilla y León hubo unos 400 ataques al ganado y en 2011 unos 1.800, con unos
daños que cifra en 1,5 millones de euros.
Por eso Cañete, en su
primera reunión en Bruselas con el comisario de Medio Ambiente, Janez Potocnik,
el pasado 8 de marzo, pidió cambiar el lobo de anexo, de forma que se pueda
ampliar su caza. Según explicó Cañete a la prensa entonces, “el lobo está
afectando gravemente a la actividad ganadera”. Por eso destacó “la necesidad de
modificar la directiva”.
La respuesta de la
Comisión, según explica una portavoz por correo electrónico, es que el cambio
“de la directiva de hábitats para una sola especie solo sería posible en el
marco de una revisión más amplia destinada a incluir y borrar multitud de
especies en función de la evidencia científica y datos sólidos”.
Es lo que ya avisaron
los ecologistas por escrito al ministerio, que nadie iba a querer abrir el
melón de la directiva. Y que si España intentaba cambiar al lobo de anexo,
otros Estados intentarían introducir o sacar otras especies, en un proceso que
Bruselas no desea, al menos ahora.
La Comisión explica que
ha encargado “un estudio sobre qué metodología sería útil en el futuro si se
decide revisar las directivas europeas de protección de la naturaleza”. Hasta
que ese futuro llegue —si llega—, la UE recuerda a España que la norma permite
excepciones “siempre que no exista ninguna otra solución satisfactoria” para
proteger al ganado. Así se autorizan ya batidas controladas por guardas de
Medio Ambiente en Castilla y León pero, según los ganaderos, son insuficientes.
El viernes pasado, el
ministerio declinó explicar a este diario la negativa de Bruselas. Ayer, en una
declaración ante la prensa tras votar en Jerez en las elecciones autonómicas
andaluzas, Cañete volvió a defender su idea de ampliar la caza del lobo.
El plan es un empeño
recurrente de Castilla y León. En 2008, la Junta aprobó un decreto que permitía
el control cinegético al sur del Duero, pero el Tribunal Superior de la
comunidad anuló la norma un año después por vulnerar la norma europea. En 2011,
el Senado pidió por unanimidad ampliar la caza al sur.
Ecologistas en Acción,
SEO/Birdlife y WWF consideraron “completamente equivocada” la petición de
Cañete a la Comisión Europea. Alberto Fernández, de la Asociación para la
Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (Ascel), minimiza los ataques. “Es un
argumento pueril. Los ganaderos tienen muchos problemas pero, según sus datos,
la mortalidad del ganado por el lobo es del 0,5%, algo que es mínimo”.
El problema es que
Castilla y León, al contrario que otras comunidades, no tiene establecido un
sistema de compensación directa por daños del ganado. Es una reivindicación
histórica de los ganaderos. “Si la sociedad quiere medio ambiente, si la
sociedad quiere lobo, que lo pague”, resume el responsable de Asaja.
Además, hay dudas sobre
cuántos de los ataques se deben al lobo y cuántos a perros asilvestrados. Un
estudio de investigadores de la Estación Biológica de Doñana (del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas) concluyó en 2010 que la mayoría de los
ataques atribuidos al lobo en el País Vasco eran en realidad de perros.
Jorge Echegaray, uno de
los autores del trabajo, explica que “la existencia de daños a la ganadería no
está relacionada con el número de lobos sino con el tipo de manejo ganadero”.
Es decir, que con perros adiestrados, vallados, pastores y vigilancia nocturna
se evitan los ataques.
Y
relativiza la situación: “El 90% de los ganaderos asturianos [...] apenas
acumula cuatro expedientes anuales por daños”. Echegaray añade en un correo:
“El balance evidente es que el coste económico del lobo para la ganadería es
más que asumible, y además es posible reducirlo. Los ganaderos tienen serios
problemas de todo tipo, pero desde luego el lobo no es el mayor, aunque si es
un buen argumento para el llanto y para hacerse notar”. Y concluye que no se
puede dar la batalla por la supervivencia del lobo por ganada: “El futuro de
los lobos ibéricos en España y Portugal depende de apenas 500-650 individuos
reproductores distribuidos en al menos 254 manadas”. El lobo ha crecido, sí.
Pero aún ocupa menos del 25% del espacio que tenía a principios del siglo XX,
cuando se podía encontrar en toda la Península.
Interesante artículo escrito en el Pais por Rafael Mendez
Fotos: ALDoylataguerra
Interesante artículo escrito en el Pais por Rafael Mendez
Fotos: ALDoylataguerra